Una de las capacidades más destacables del ser humano es la tendencia de establecer relaciones afectivas con otras personas. En nuestro entorno cercano quedamos vinculados unos a otros con un “chicle emocional”. Sin embargo, cada uno hacemos uso de este “chicle emocional” de forma diferente: para unos es muy sencillo establecer relaciones íntimas y otros, sin tanta suerte, no poseen esta habilidad afectiva.
Esta capacidad se forja en la infancia, ya que una relación saludable y sólida con el cuidador primario (puede ser la madre, el padre u otra persona) se relaciona con una alta probabilidad de desarrollar una mejor salud emocional. Así, resulta significativa la figura del primer cuidador, ya que el tipo de relación que se cree entre éste y el niño será concluyente en el estilo de apego que se establezca.
Tipos de apego
Nos encontramos con cuatro tipos de apego en el niño/a:
Tipos de apego: Apego evitativo
Caracterizado por una evitación física y afectiva al cuidador, sin importar la presencia de éste y sus palabras, es decir, se da una desvinculación del cuidador, sin presentar ansiedad ante las separaciones. Muestran inseguridad hacia los demás y miedo a la intimidad.
Tipos de apego: Apego ambivalente
Perciben a su cuidador como alguien ocupado e impredecible, mostrándose vigilante, indefenso y ambivalente (conductas de aproximación y rechazo hacia el cuidador). Tienen poca o nula interacción con los otros.
Tipos de apego: Apego desorganizado
Experimentan temor y confusión hacia el cuidador, movimientos y expresiones deficientes y, además, parecen desorientados.
Tipos de apego: Apego seguro
Desarrollan pautas de seguridad y confianza en sí mismo y en otros. Muestran iniciativa para aproximarse físicamente. Tienden a ser personas cálidas y con relaciones íntimas estables y satisfactorias.
¿Y cómo se puede conseguir un apego seguro?
- Contacto físico positivo como puede ser besar, abrazar, mecer, acariciarlos, etc. Actos como estos causan respuestas neuroquímicas determinadas en el cerebro que conllevan a la formación de los sistemas cerebrales característicos del apego. Que el bebé reciba atención, calidad y constante apropiada a su etapa tiene ventajas en su salud mental y emocional.
- Sensibilidad a sus necesidades. Es muy importante que reconozcamos la incomodidad o lo que pueda estar sintiendo el bebé. Debemos responder a las necesidades (tanto emocionales como psicológicas), siempre bajo un clima conciliador. Un ejemplo muy importante es cuando el bebé pide estar en brazos, sencillamente lo necesita.
- Seguridad y confianza para el bebé. Es muy importante que perciba que haga lo que haga tendrá un apoyo incondicional. Identificando y respondiendo a sus necesidades desarrollaremos este clima de protección.
- Coherencia entre nuestras palabras y nuestros actos. Es muy importante que el bebé perciba una congruencia entre nuestra comunicación verbal y no verbal. No podemos decir “te quiero” a la par que nos alejamos físicamente. Nuestros gestos, expresiones o el tono de nuestra voz son casi más importante que lo que decimos con palabras.
- Cuidarnos a nosotros mismos. A veces podemos olvidarnos de nuestras propias necesidades, sintiendo estrés fatiga o irritabilidad. Pero cuidado, esto puede influenciar en el establecimiento del vínculo de apego con el bebé.
De todos modos, si notas que tu apego no es el mejor y necesitas ayuda profesional de un psicólogo/a en Ávila no dudes en contactar conmigo.